No le escribiré al total desastre
del incendio,
provocado por tus ojos,
ni a la negra sangre
que me transfunde tu cercanía,
bombeándose en mí,
tan dulce...
Esta ilógica convocatoria se consume,
porque no resiste cada expresión que brota,
espontánea,
como razón innegable,
sin restringir las señales
que me dicen que pendo del hilo de tu alma
y desnudo un aullido de plata,
aguardando por tu noche…
Es que hay una mezcla
entre el vuelo errante de una gaviota,
impedida de transitar el éxtasis
y el desvelo de la sal,
sembrando razones en el aire,
a orillas de un mar inclemente,
como una heroica fatalidad
que acelera un compás de agua y fuego,
forjando la forma ideal para impactarte…
Grita el silencio,
en su estado salvaje,
lo que vibra debajo de la piel;
los huesos de una promesa
que reverbera, imparable,
en un híbrido comparecer…
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