Te aguardo en el noble accionar
de la estación de los sueños,
mientras interpreto el signo vaporoso;
la eufonía del cosmos,
como íntimo secreto
que me revela y descifra
en la escena cristalina de tus ojos…
Recorro tu luz, desde lejos,
la concentro en mi saliva
para treparla
y galopar sus alturas;
derretirme en sus tierras líquidas
y emerger en la fuga de su tacto…
Dejo mi voz anclada
a la absorción de tu lengua
para que consigas
deslizar el rastro de este nuevo rumbo,
de vuelta al principio,
donde la cofradía del mundo
conspira con el infinito…
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