No hay ángulo tuyo
que no me embista el pensamiento;
ni silencio que se resista
a mi telúrico sonrojo,
cuando eres tú, su epicentro…
Existo para ponerte en los ojos
cada uno de mis sueños;
y que declame tu boca
mis ganas locas
de hacer efectiva una red de brillos
que te opere desde dentro…
Eres el tatuaje cristalino;
la marca de luz
que arranca de mis dedos
su elevada caligrafía;
orquesta la esbeltez infinita
que musita el compás que me reclama…
Tu ser me atrapa,
me inspira;
se inclina el matiz que desenfoca la sombra,
mientras escoge tus maneras;
lo esquivo de tu estructura…
Ser diluvio de estrellas en la noche más pura;
centella en el mapa de tus constelaciones;
hurtarte la atención,
hasta escribirte en la frente,
entre leves agitaciones,
el sentir emergente de mi corazón…
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