Puede que sea tu lengua
la vistosa epifanía del cosmos…
O un centelleante colibrí,
batiendo su luz en mi frente,
construyendo, insistente, mi alboroto…
Su frenética persuasión,
cuya efusión deslumbra hasta mi sombra,
me imbuye los enigmas del agua;
la fragancia que arroba los engranajes del silencio…
Me marca el aire su trayecto descollante
que enciende mi mente
y me conecta con tu alma…
Un puente de estrellas
que cruza todas las regiones cardinales
y fragua por siempre su mirada
en mis óleos espirituales…
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