Me apresas en silencio
con ese impetuoso vals esmeralda,
ciega melodía de línea numerada
que nos envuelve en su espiral furtiva
por donde transitan las suelos del alma…
Me reparten tus brazos
tu lírica inmanente,
mientras congela el tiempo
en el vaivén pomposo
de la quietud conquistada…
Es allí donde mi lengua esculpe
su génesis brotada,
consciente de hallarme presa
en las corrientes profundas
de tu incidencia clara…
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