Sobre tu acento estriba
la fonética inasible
en su más alto relieve…
Un cosquilleo celeste
que me ruboriza
y ancla su toque
en los instantes de mi lengua…
Gimen mariposas eternas
en las aulas del silencio
y arden místicos estruendos
en los regueros del alma…
Tu calidez me depara
y dichoso mi suspiro
se hace tu blanco inexcusable…
Me rescata tu aire
de cada letra incierta
en la humedad del intervalo dormido…
Despierta el resplandor del rocío,
inyectado de tu narcosis,
como una intocable diadema de luz
aclarando la palabra…
Declamo exaltada
la exultante predilección de tus labios,
tu frente asentada en mis ardores etéreos
y en tu cuerpo cimentado
el lazo del universo…
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