Es tu lengua esa espina danzante
que desespera mi calma
y envenena mi boca
con tu nombre de agua…
Un paseo por un cielo esculpido de rosas,
salpicadura de estrella en místico sacrilegio…
Me entonas y confieso
que tu silueta pagana
convierte mi voz
a tu dulce pecado…
Me envuelve su salmo arcano,
cuyo trueno y arrebol
plasma la subversiva intención
de templar el azabache,
morder la luz
y a la sombra del ángel
inquirir la doctrina más oscura
de todas las verdades
en profana comunión…
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