Me precisa
el fulgor de tus añiles
y te llamo desde el aire,
buscando confiscar
la violenta insinuación
de tus seductores proyectiles…
Intercalar el arrebato
mientras tu inquieto gatillo
desnuda uno a uno mis complejos,
disparo tras disparo,
en un aguacero de sombras
que desangran sus recatos
en el umbral del deseo…
Certeza que alarga
sus manantiales exactos,
exhibiendo su locura
en los cristales perplejos…
Es vino de tu placer
refutarle al tiempo su ironía
con la abreviatura deshecha
en un orgasmo…
Me aproximo a tu ser
colocando en tu lengua
el instinto que me gradúa
en la ciencia de tu reclamo…
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