Bendicen tus labios mis manos,
rotas de tanto arar las piedras
buscando tus pasos…tu huella…
Lacerada mi voz
de tanto gritar por tu amparo,
mi queja…
Ahora que estoy a tu lado
gimen mis ojos tinieblas,
piden que no se apague el ocaso
y perdure por siempre la grieta,
la que me trae suspendida
plena de ti…cual veleta,
extraviada en tu abrazo…
Desbordo en lágrimas de ceniza
y aún deambulan las ciénagas
por mis jardines de ocre…
otoños anclados, sediciosos temores…
Mas tú, jardín de esplendores,
balcón de opio derramado entre mis flores,
no haces más que nombrarme
y todo se disuelve entre tus labios,
me vuelvo túnel nacarado,
que explota, ensancha sus ropas…
y germina nuevamente con el alba,
la primavera dorada en mis ojos…
Se desnuda mi alma
al encontrarse con tu boca.
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