Bajo altos campanarios
descansan los ecos de mil canciones de niños,
vibrantes tañen pasados dormidos,
venciendo la carretera del olvido
preñando de nubes el ocaso…
Llueven candores lejanos
que despiertan en mis ojos fábulas encantadas…
Allí entre las cumbres magulladas,
se alza el clamor blanco de las rosas
y emigra valeroso el tic tac de la vida,
latido cristalino que danza la hora dichosa…
Recuerdos que se hacen día,
presente de sol travieso,
crisol de incienso sosegado,
mágico retoño de un ayer confeso
en el silencio de mis labios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario