Al abrigo de tu memoria
se ondea la textura;
la lucidez corpórea,
contando de los matices;
el cimbrar del devenir que exhibe
la intromisión de yugo y holgura…
¿Acaso concede prenda el espejismo?
Esgrimes, inevitable,
los cuatro andenes del silencio;
el color de la luna brota,
como mácula santa,
pintando de luces tus negativos fotográficos…
Irradia su rastro de vitral y arena,
empujando el ritmo de las formas,
cicatriz y arruga;
su fragancia que aglutina los soplos cardinales…
Aún carga la arrogancia tu frágil envergadura
y lo efímero se alarga en la curva de lo perenne
sin mediar la carne…
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