Para poder retratar la embriaguez del alma
¿dónde queda la palabra?,
si al degustar la pureza inefable,
vertida por tus ojos;
tu manera de cincelar las colinas de la espuma
y desplegarlas en mi orilla;
mi saliva no halla la forma…
Si cada gota de tu paz reverbera lo impoluto,
no puedo sino desvanecerme en tu espejo cósmico
y flotar mientras tus iris devoran mi aliento…
La magia de todo está en tu silencio
que, incorregible, se desata
dejándome aprender el silabario del sol;
su lenguaje de luz, calor y fuego…
No hay comentarios:
Publicar un comentario