Te siento transitarme,
poderosa;
desarmándome;
desvistiéndome de todas mis ropas…
Y entumezco en la aridez que constata
la orfandad del brillo;
rompiéndome en esta maraña de sombras,
contemplo este fragor sin filo
que no haya impulso adherido
a mi lengua, ahora, rasgada…
Me cortan tus ranuras hasta el fondo del alma
y desenredo las lágrimas pretéritas
que esparcen, para el consuelo del silencio…
¿Cómo puede doler tanto un instante?
Zozobran mis cristales en un oscuro agujero
y mi pasión sin aliento, de igual manera,
se precipita hasta apagarse…
No hay comentarios:
Publicar un comentario