Sobre el tono vespertino
clava tu sol
la desnudez del ángel…
Se inmola mi saliva
y la palabra, distante,
difumina entre las sombras…
Se me suben al aire los abismos,
pronunciando el temblor de mis hojas…
En la amnesia del tiempo
modula tu boca mis suspiros,
mientras me llueve tu luz
sobre el silencio…
Me deleito
con la melodía gustosa de tus aguas,
tatuándome la partitura del cosmos…
Envenenados los insomnios
resbalan el duelo de la carne
y sobre suelos impetuosos
nos nace la noche imponderable…
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