Inmersa en el acorde que destila
la flor del diamante,
prendida a sus guirnaldas evanescentes,
atravieso la etérea tesitura de tu tacto…
Me contemplo en su brillo,
como el ave en su canto
y se abre la sinfonía dimensional
que multiplica su tonalidad
en el silencio del alma…
Suena su férreo esplendor
en el instante que me embarga…
Se columpia en mi lengua
el intervalo que irradias,
enhebrando el vuelo de mi espíritu…
Se me revelan los anillos
de un vértigo circular
y logro penetrar en lo profundo
del infinito, su eterno fractal…
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