Ondeas mis espacios sensitivos
con tu séquito radiante
de luces y esferas…
Precipitas en mi lengua,
como destello encarnado
y tu suelo verbal
me abre la claridad,
derritiéndome por dentro…
Sabes a luz preponderante,
como la tempestad del vino
en boca del amante…
Estremecen mis espejos,
que se pronuncian distendidos;
desvisten sus zonas vírgenes
sobre la clave del silencio…
Se me funde a la voz
la cadencia de tu ritmo,
que rompe multicolor en mi saliva…
Flotante y atemporal resido
en la fiereza de tu idioma,
cósmica revelación
que nos vuelve espiral infinita…
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