Soy la llovizna de voces
enquistadas en el alma...
Un silencio que reconoce,
que busca sanarse con calma
La vocera del mismo
que no pretende palabra,
sino ahogarse en el abismo
de este misterio que habla.
Soy una tumba abierta
de eterna memoria cantando;
un olivo procurando
despertar la lengua muerta.
Fugitiva de un tiempo errante,
que se desnuda en mis manos,
que van tejiendo constante
la escultura de sus años.
Soy mariposa violeta,
que vive prendida a su estrella,
augurando cual profeta
la libertad de su huella...
Boceto de un suspiro alado,
intervalo procurando atención
y elevarse al máximo grado
con su silente canción...
Aprendiz de poesía,
preludio silente a pulcros versos;
diluido en la sombra tardía
va mi ensayo de un juramento...
Soy soledad infinita,
ausencia absoluta y consuelo…
Soy el sendero pequeño,
que abre paso a la armonía...
Soy el vacío que quiebra
los renglones de la nada
y de un torrente de piedra
apología eclipsada…
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