Posees el bálsamo virtuoso
que trasciende nimiedades;
el certero código luminoso
para ahuyentar todos mis males…
la finura del día naciente,
que cae en mis campos nevados
desde la gran copa celeste,
desbordando mi costado…
La tersura del ensueño
en las manos de la mente…
El enigma que en mis dedos
se hace delicia insistente…
La silvestre melodía
del sol entre mis labios
cantando rayos de vida
pintando todo dorado…
Voz remota que me nombra
como divina canción,
tu presencia me abre la sombra
y me bautiza con Amor…
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