domingo, 8 de noviembre de 2020

Inmersa

Se derrite la luz, dejando el cielo caer
sobre el huérfano rincón
que ve mi pulsión despojarse del alma…

Al desprenderse comprendo
que me infunde su mágica redención;
puedo sentirlo dentro de mi piel…

Se funde también
el pulso telúrico que puebla mi interior
y por la noble inclinación del silencio
me lanzo
y se rompe mi canto mudo
en la fricción que quita los nudos
y purifica los espacios,
alcanzándome la voz,
como raíz sinfónica de lo eterno…

Elixir de congruencias
de la que me hace merecedora la creación,
nombrándome en su testamento…

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