Tras la ruptura de los espejos
el aire se aclara;
su inmensidad se sumerge en mi pecho,
guiando la brújula del alma…
Aferrada a su geografía
de mapas sin nombre,
estoy ardiendo,
respirando el vértigo resucitado…
El impacto erosiona mis labios;
mi lengua seduce la región fractal
que funde,
intrépida,
la corriente blanca de los astros
e, inseparable de sus efluvios,
alberga mariposas
que aletean soltando tanta ternura
en su convención de luz...
Coronada del viento del sur;
de su espíritu noble,
intacto en su verdad sin mancha,
me sonríe la noche,
oculta en el resplandor dorado
que derrama sobre mis sienes
las voces germinando, de los fuegos ancestrales…
Abalanzarme, arrolladora, me nace;
soltarme y planear,
mientras la gravedad muda ante mis ojos
su traje imparcial de sombras y asfalto…
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