No declino apartarme
del resplandor intempestivo
que me aborda y abre la frente,
seduciéndome hasta el alma;
este tacto caudaloso que desdibuja
todo resquicio de lágrimas…
Mi piel absorta en su apogeo,
estremece, arrebatada,
por el desbanco de suspiros,
flotando bajo el influjo infinito
que perfora la sombra
con el goteo de su incandescencia…
Y van ardiendo los sueños,
mientras me encamino a la brecha
que hace agua los nudos;
lo ineludible de la memoria,
como una marca bordada en mi mundo,
tiende en mi pecho sus canciones
ahogando mis labios
con su savia redentora…
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