Mi tiempo al tuyo es una flor de ocho espinas
con el hechizo de un preludio,
cuyo ángulo transgresor
inclinó la tierra
y se bebió un océano entero
por reunirnos;
un remolino que hizo girar el tiempo,
volviéndonos uno en su esfera,
con intensidad invasiva;
vertiente de cometas…
Ángeles y espectros
se alienaron en la boca de un canto cristalino
y conocieron principio y fin
al mismo tiempo…
Con estupor mordaz
un puntal de luz se nos ha quedado clavado
en el temblor del silencio…
Los detractores de aquel abanico sinfónico,
no hallan sino la cáscara de todo;
ardid de espejo
que, dando tumbos, renuncia
a esa agua nueva
que nos ve sembrar caminos
como hábiles ingenieros…
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