Bajo tu luz se acomoda el silencio,
tallando con premura
su descollante estallido…
Su roce depura, sin miramientos,
el arrebatador mimetismo que nos consigue;
celebra la sincronía en la fricción
de la geometría palpitante
que arrecia los vértigos,
volviéndolos hervidero de diamantes…
Cuántas veces tú,
todo tú,
al hallarme entre suspiros,
me has vestido de tu carne,
enfervorizado;
arropando con tu azul
cada oscuro precipicio,
cada cumbre y valle,
puliendo el territorio de mi porfía…
Me esculpen tus labios
prendida a tus prados titilantes,
devorando los túneles del tiempo,
cuando se alinean los astros
y se nos abre lo eterno…
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