Henchida de luz,
poblada de tu noche saturnal,
fluyo, vaporosa;
me poso,
amedrentando
este mascullar de sombras
que azora la intención de tu silencio…
Atravieso la agitación que trae consigo,
te exhalo dentro
y brota un racimo de carmines;
recojo,
con destreza, tu osadía…
Tu cielo abierto a mis manos,
como lagar de estrellas,
destila antojo y fantasía
y celebra la pureza
que transmiten tus besos a mi aire,
mientras tu respiración me sabe
prisionera de tu noche,
campo de lotos
que invoca el candil de la sabiduría
que, parte a parte, me recorre…
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