Siempre obnubilada
por las curvas danzantes
que crecen en color y perspectiva
desde el fondo cristalino de tu lengua;
fascinante mosaico de fulgores,
batiéndose entre rimas de agua
en simultáneo parpadeo con mi esencia...
Un ajuar de matices sereno y convulso
que me desnuda entera el alma…
Me miro en tu piel y me hundo,
en momentáneo zigzagueo
para arrebatarle, entonces,
la hebra a los sentidos,
volviéndome atemporal
en ese espacio de luz,
que ve brotar, como mareas blancas,
los suelos íntimos…
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