Se estremece el renglón
cuando apura mi pecho
por derramar infinito
entre mis versos
todo lo que por ti siento…
Teñir así tu cielo de espejos y brillos…
Besarte los ojos,
escaparme contigo
hacia donde hierve el delirio,
perplejo candor,
lago cristalino colmado de Amor…
Me señala la melodía
de mis violines tu sombra
y siembro mi silueta nacarada en tu boca...
En tu aliento
-sueño de mis días-
permanezco cautiva;
en el respiro tuyo,
vida mía…
Me desplazo hasta tu pecho
me elevo a tu montaña
caminando por el viento,
mientras mi Luna resbala
poco a poco por tu cuerpo,
delicada,
y sobre tus brazos abiertos
tiende su morada…
Lago oscuro que recibe mi saliva clara
y en tu dialecto soy nombrada
tu doncella inmaculada…
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