Embellece mi atuendo nacarado
el sonido de tu azulado destello…
Obedece a la consecuencia de tus labios
mi irisado vuelo,
por haberse dulcemente posado
en mi silencio…
Aún dispersas mis manos saben de ti;
reconocen tu nombre, su misterio
y escriben cometas en el cielo
-suspiros luminosos-
colocando en tu lengua un esbozo
de este infinito sentimiento…
La herencia de tu piel
-regocijo de mis ojos-
emancipa en mis dedos
la llave de mi cerrojo…
En el papel
extingue la bruma, la sombra,
los fantasmas y serpientes;
la gula de lo evidente…
E inspirados,
en mágica alianza,
pronto hallamos
la verdad de nuestra fuente:
¡Nos Amamos!
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