Frenética tu saliva entintada
resbala mi pliego albino…
Abrazándome las aguas
como cántaro divino…
Bucea y balbucea
tu constante azulada
cada renglón de mi alma…
Tu infinito me absorbe
y conmueve
la matriz de mis alas…
Me besan tus manos
-ceremonia de mis ojos-
Las alamedas de tu arrojo
me abordan y desbordan
con sus latidos verdes y rojos...
Y florezco cada noche
en el aposento de tu boca,
que gota a gota
deja caer la nota
que me clava tu nombre…
Cavo un surco en tu mirada
para el caudal de mi frente,
deshojando en tu ventana
mis pétalos ardientes…
En esta noche desnuda
cuando lo dice todo el silencio
es que mi pecho te susurra
para siempre lo que siento...
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