Se dejan caer papeles,
borradores de mi noche
en una habitación sin paredes…
El cielo ya no me conoce,
me ha desterrado hacia el polvo…
A la vorágine del libro
de soledades y abandonos,
que va escurriendo su tinta
bañando mis ojos de lodo…
La tarde se ha vuelto salada,
equinoccio de arena
y cuelgan desde sus ventanas
migajas inagotables de pena…
El suspiro del papel se ha roto,
el ocaso se termina…
Y la luna borrosa,
por desplomarse termina
entre mis versos en prosa,
que no alcanzan a formar,
sino un poema en ruinas…
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