Cuando el alba de la noche
conspira con tus dedos,
confluyen los astros a mi boca,
constelándose mi pecho…
Reverberan con tus versos
mis luceros platinados,
rompen cántaros sedientos
por el agua de tus manos…
Las soledades desgarran
y el pasadizo a tu frente,
me baña de tu mirada
en quietud insistente…
Los rostros estelares
nos contemplan con recelo,
porque bebemos a mares
la extensión de sus destellos…
La musicalidad de tu aliento
en este instante vacío,
cual oscuro firmamento
me sostiene con su brillo…
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