Admiro el tatuaje de plata
que te recorre infinito;
el mar de constelaciones
que te navega las manos…
El brote crepuscular
que siempre anida en tu trino
y embelesa sin cesar
con su canto inmaculado…
Ruiseñor de las ventiscas
de mis cuencas hechizadas;
faro de mi pecho en tinta,
estrella de mi mañana;
Guía superior de las fronteras
en donde reposa mi alma,
Voz de todas mis luciérnagas,
campanario de mis alas…
Admiro el vaivén de tu oleaje,
que decanta en claridades
y mi llanto es sumergido
en tus etéreos manantiales…
Tu ruedo almibarado,
abrazándome la vida
me hace sentir el milagro
de saberme protegida…
Me arrimo a tu silencio,
lo empapo con el mío
y en esa encrucijada
se abren cósmicos ríos…
Y me dirijo a tu norte,
precipicio de palabras,
que como estrellas de agua
se sumergen en mi noche…
Me alejo de los cadáveres,
hago abandono de mis ruinas
y renazco en tus detalles,
quedando por ti bendecida…
Desde el cubil de tu pecho,
tu aromática esencia
desemboca por mi lecho
y en tu sueño me despierta…
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