Y llega
la justa medida
en el momento oportuno
para transformar el lugar
donde nada la causa perdida
y dejarle un margen de acción
para hacer de la ruta,
la salida;
el preludio de un escape…
Tú
que osas permutar
mis estados neuronales,
me obligas a
desdoblar lo que callo
sin anular la construcción de mi lengua
fogosa;
indagar el motivo de tu estupor
mientras tu voz,
tiranía del embrujo,
se me enrosca en el tímpano
y origina el ensamble
de las estructuras atómicas
que se extienden
a ese mundo mineral
que me aproxima al infinito…
Me exonera tu respiro
y no puedo siquiera calcular
de lo que soy parte…
No obstante,
me obstina
sostenerme en las redes de tu radicalidad;
concederme para alfabetizar la adrenalina
que te corre por las venas
y trenzar los latidos
tuyos y míos
y así,
emigrar hacia esa parte
que, tanto, nos ansía…
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