Este sueño travieso
que me trae,
de la nada,
de vuelta tu imagen
gentil y enloquecedora,
es un botón de muestra del poder
que posees, ingenuo,
para colarte en mi cabeza
a todas horas…
Besas la tierra que soy
y, lo inconfundible del estruendo
se narra,
como en un cuento…
La isla inexplorada
que nada en tu interior,
exhorta mi ánimo aventurero…
Y qué insolencia la tuya,
mirar caer mi control;
participar en la redada de silencios,
quitándome los atuendos
al verme expuesta a tu lengua…
Te excedes,
hasta que, una vez más,
anegada de tu mirar,
me conviertes
en tu criatura edénica…
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