en las columnas que se alzan
desde los cimientos,
donde hago reposar mis acrobacias;
donde aprendo a concentrar la energía,
ascendiendo hacia la esfera
donde los ángeles
aleccionan a mi alma
para
saber nadar los centros equinocciales;
dejarme llevar a través del edén
que robusteces con tu lengua…
Flotar sin mirar abajo;
desenrollar una atmósfera
tupida y envolvente
para que,
tu piel, a mis labios, pegada,
encuentre el pozo de los juegos verbales
y arrojes el riesgo
y saques, del sol, su elocuencia
para quedarte con la última palabra…
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