Tu claridad
está pendiente de mi lengua
desconocida;
se aterra, en ocasiones,
oxigena su punto de partida
en un mar de aguas revueltas
fuera de la gravedad de la noche
y retorna a su estado natural de quietud…
Destinada a
concentrar toda la luz del mundo;
acordonar el adorable lugar
en donde se presenta la indefensión de la piel,
modulándola a tu frecuencia…
Dejas que rote,
sugerente,
el sufriente letargo,
hasta desprender su acento tribal
dentro de estos ojos hambrientos de misterio…
Te das cuenta
de que la sombra trina,
mientras me pierdo en tus labios;
de que la mayoría del tiempo no existe
y que bajo el influjo del plenilunio,
cuentas con toda mi parte sensible…
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