Sólo un roce atrincherado en la apetencia,
anega los fondos permeables del silencio…
Así tu rocío luminoso,
fracción que adormece piel y sombra;
verde noria,
hace que alumbre
el vértigo entre mis poros
y se encienda mi melodía sensorial…
En humo se configura su especie
natural y evocadora;
púlpito de eclipses y esencias…
Inmortal en tu lengua
esta provocación ignota me señala
y me agita desde lo más hondo;
más allá de las letras…
Me arden cuatro estrellas en el alma;
serenata que hace redoblar,
por mi causa, su movimiento
en tu propio espacio;
cosecha de mayo,
brindándome su ambrosía…
Desliza el aire tus antojos
haciendo desaparecer en un giro
todas las cosas…
Abrazo la terrenal sinfonía
que despliega fervorosa
en el vientre mineral
su cósmico latido…
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