Me planto en la cima de tus colores;
sobre el embebido gesto de luz
que te sostiene los ojos,
en tanto incrementa y transgrede
mis márgenes ocultos…
Deduzco un suelo ardiente,
reverberando mariposas;
cuando los pergaminos encarnados
nos leen gozosos,
abandonando los espacios de la sombra…
Inocencias tatuadas
en el árbol del silencio;
girasoles en marcha
hacia el dorado instante que los exhorta…
Envuelto en un provocativo embeleso,
me impregnas con placidez de enjambre
lo corpóreo de tu tacto
y me haces lumínica gota
que anega, incansable, tu arrebato…
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