Oigo vibrar el silencio,
tras la nocturnidad que me riega
tu luz exacta…
A manos del roce acaramelado
de tu lengua
se adormece la sombra
y, perdidas, las agujas corroboran
su abstención en la convocatoria del alma…
Se me quedan en la voz
los pliegues inmaculados del tiempo;
el resplandor del intervalo,
articulando la maniobra distractora
de lo efímero…
Silba la cósmica costura entre tus dedos
y los giros ovales retratan
la coreografía que rompe los colores oxidados
para verlos nacer de nuevo
a través de su salpicadura áurea…
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