Rómpeme la sombra
con el cándido reflejo de lo arcano;
deletréame completa,
mientras te mudas la carne del espacio
y me embargas los límites
sin tiempo;
ahórrame todo el oxigeno
que me clava de golpe
el desespero
y acaso, confíname
al trasluz de tu silencio;
mira que no me arrepiento
de ver nacer mi rosa,
cada noche, entre tus dedos…
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