Me laten en la frente
copihues y araucarias,
como un arpegio que conmemora
los pasos ardidos de mi tierra;
el resto es valle y cordillera;
floral incendio
que anestesia las cornisas,
fundiendo la luz a mi sombra…
Territorio cristalino
que me inyecta ultramares
de sangre inmolada e impulso;
vertiente austral y bravía…
La poesía de mi pecho
retumba en tus pacíficos océanos;
en la estrella mineral,
cuya raíz de paz
me nace en el alma
y flamea en lo más alto de mi humanidad…
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