Mi piel se enreda en tus ojos,
mimetiza con tus dedos
y me derrito en tu lengua sustanciosa,
que desanuda mi frente con brío acaudalado,
sedándome del tiempo…
Me rijo por la mirada absorta
de los cósmicos desfiladeros,
ante el instante nacido del agua,
rumor asalvajado
de un rebosante avispero de estrellas…
Tus dorados andariveles adulan
cada impresión delineada,
transportando toda visión exacta
que me provocas…
Las sombras se repliegan
y extienden los afluentes lumínicos
sobre el silencio arrobado…
Proporcionas numerosos escenarios,
firmes proclamas que revelan
los instantes infinitos
que siempre nos señalan…
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