En tu lengua descansa
la incandescencia del sonido,
su imagen perturbadora,
artífices de todo magnetismo…
Electrizada por tu armonía incendiaria,
aprieto el clavijero de la noche,
volviéndome prisma larvario
que en tu silencio evoluciona…
Arropada con la fruición
de los cielos invisibles:
Crisol y alforja
del místico entramado,
bebo el inconfundible rasgueo de tu boca
cantándome tu sueño a dos manos…
Pende un diluvio de mi apetencia
en el exilio jadeante de las horas,
sueño premonitorio
de tu luz en mi plena sombra…
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