Un aullido en la luz
se vuelve caricia;
tus dedos,
esquema de altura,
trazando la noche entera
sobre mi carne…
Absorbo su trayectoria,
mientras me elevas e incrustas
en el mapa magnificente de tu silencio…
La celeste humedad me subyuga;
sacudo el aire
y tiendo el reloj en la pausa
que atiza el impulso…
Se mueve tu lengua
y escucho la epifanía del agua
en la clara comunión
con tu cinturón de espejos…
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