Con el ansia de tallar el lugar
en el temblor acristalado del alma
nos alzamos,
sincronizado el desafío
y la clara determinación
de empinar el iris,
sobre el tejado de esta ciudad adormecida…
Dejando atrás las escalas
vimos crecer el pulso
de una composición inalterable,
que deshoja los paisajes derruidos;
el óxido de las vendimias
y la aguda distancia de los años…
Compartir contigo
otro silencio arrobado
y bebernos por sorpresa el cielo
y su mágico atardecer,
aún recostado en la hora dormida,
ha conseguido
que sea el filo múltiple de las hojas,
lo que enhebre las raíces infinitas
de estos instantes que nos asombran…
No hay comentarios:
Publicar un comentario