Hundida
en el revés del horizonte,
víctima arrobada
del efímero destierro…
Te siento manando,
virgen,
desde mi propio silencio…
Me calzo el rubor
de modo felino,
en simultáneo parpadeo con tu alma,
saboreando los índigos ensambles
de estela depurada…
Traen mis palmas
las líneas que cobijan nuestra historia…
Me caben en la boca
cadencias y gemidos
y la raíz de tu sombra
encuentra la clave del sol
en nuestro pentagrama íntimo…
Cardinales,
florecidos,
encumbran los pájaros libertos
desde que nos hicimos
espiral de lo cierto…
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