Me tomas del silencio;
le ciñes al vértigo que se ondula
en suelo helicoidal,
volviéndose manifestación
de toda forma de piel…
Te me incrustas en el aire;
me fundes a tu desnudez,
péndulo medular
a partir de la cual
tus alfanjes dorados me adhieren
a la radiografía del sueño…
Surjo de tus ansias
y no separo de mi boca su pureza;
fructuoso arrabal
que rompe las claraboyas,
elevándome más allá del firmamento…
Consigo pernoctar
a la intemperie de tu lengua;
me traspasas;
me abres la osadía,
cuyas líneas indómitas
te escriben en el alma sus secretos…
Se arquea el tiempo y sin tensión,
repleto el cuerpo, sin sombras,
con tu eterna vibración…
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