Me abrasa el despliegue instintivo de tu nombre;
las extensiones que te esparcen
entero y sin mesura…
Son tus dedos punto de fuga;
pomos dimensionales
que abren mis sentidos;
suavizan el aire
y la musculatura de su roce,
trasciende los trajes corpóreos;
sumergen mis poros en espacios infinitos…
El silencio arde
y gotea el arrebato del alma,
mientras sus trazos invasores
deslizan y balancean mis contornos;
deducen los matices que suscitan
la cesión de mis suelos transitorios…
El tiempo depone;
tu persistencia me abraza
y, pretendida por su cálida manifestación,
capaz de soslayar, con maestría, la distancia,
veo nacer lo demencial de la pasión
que me hace huir a tus estancias…
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