De mi boca brota el agua sinfónica;
la melodiosa desnudez de la brisa;
el comienzo que desemboca
en las ranuras del silencio…
Atraen mis dedos
el fuego de tus premisas;
me arrastra el tornado de las sombras
mientras tu nombre recoge
la candorosa crisálida
que se envuelve sumisa
en tu líquida atmósfera…
Se requiebran los espejos
y desangro sobre tierra fértil…
Las lunas de mi santuario
me arrullan poesía,
me enredan en los cuartos nacientes
y asoma la prima lumínica,
la voz resplandeciente
que renueva y purifica…
Nítida y espesa
la sustancia esencial
hace de mi pálpito instintivo
transmisión universal…
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