Mis pasos se llenan de tu nombre,
¡oh, territorio ausente!
Mi acento te revela
en un canto de algas y cielo,
Pacífico y puro,
como una ola atrevida que emerge
flameando tu emblema en mi pulso…
Los nativos fulgores australes
fijan tu estrella en mi pecho,
en este dulce septiembre
que nace encumbrando tu silencio…
Sangre cordillerana,
valle de aguas floridas
que me transitan la voz,
arterias y cicatrices…
Trepa mi pequeñez
la vívida memoria de tu carne,
tu geografía distante y tricolor
de la que beben mis raíces…
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