Tu corpóreo silencio
me aprieta los suspiros,
mastica el vértigo de mi saliva
y se alimenta del osado rubor
de mis flores santas…
Tu lengua atrevida
se vuelve soplo de agua
que ensalza los índigos manantiales…
Prendada
de este grandioso instante,
promulgo la danza sensitiva
de mis dedos…
El tacto del reflejo
regocija en la caricia exacerbada,
cuyo invencible batir de impulsos
trasciende los planos del alma…
Arden las voces tañidas
por este vaivén impetuoso,
transmitiendo mil ondas instintivas
expandidas a nuestro antojo…
Tu poema, es un regalo inconmensurable para los que navegamos en busca de la belleza que sosiega el alma y sublima los sentidos. Me he quedado en ese estado en que todo flota y el tiempo no existe.
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